THIS IS NOT A FUGAZI POST.

por Poncho y Jero

La historia del hardcore en Santiago es la historia de su autonomización. A mediados de los noventa se articuló un tal desplazamiento. Antes de él, habían bandas con ese sonido, habían hardcore kids dispersados por la ciudad, había una especie de diáspora salvaje de elementos, pero no había una escena propiamente tal. Todo estaba por crearse.

El vector fundamental de ese desplazamiento, de la articulación de un núcleo perfectamente distinguible, fue sin dudas Silencio Absoluto. No era sólo el sonido. A la vez ecléctico, entre tiempos medios y tupatupas, y depurado, entre las influencias canónicas del Orange County HC y los primeros Revelation recs, New Age, etc. Era también lo que pasaba alrededor, la identificación que despertaba entre quienes los seguíamos. Era nuestra banda, simplemente.

¿Cómo llega a producirse algo así? Desde luego sin fórmulas. Cada uno debe encontrar el refugio de la forma en el caos intenso de nuestras fuerzas. Silencio Absoluto lograba situar eso, responsabilizar a cada uno, interpelar directamente y convocar, reunir. Cuando estos chicos tocaban, en el pit se podía ver el llamado en efecto. Skins, skaters, punkrockers, los clavados a la equis, pelados de todas las especies, todos éramos la misma intensidad.

Si la banda de Jero, Guaro, Yerko y Lepe o Lagarto, fueron un vector fundamental en la autonomización de la escena hardcore en Santiago, 1997 fue el año de la estabilización de su forma. Recitales todas las semanas, proliferación de las bandas, aumento del deseo de cada uno por tomar partido en esto, intensificación de la amistad, decantamiento de la violencia, ese fue el espíritu del 97.

No fue un año cualquiera, en particular su invierno. Una visita vino a sellar las cosas y a avisarnos de que el camino no tenía vuelta atrás. Ya nos inscribíamos en la memoria de esta ciudad. Ineludibles, ya nadie podía hacer como si no existiéramos. No es por nada que hoy una parte de la prensa cool quiere hacer suya esa historia. Que lo hagan. Tu y yo sabemos que esa visita de Fugazi el invierno del 97 no fue un meteorito cayendo o un ovni pasando por el cielo estrellado, sabemos que no fue casualidad ni material exótico para el anecdotario. Éramos tú y yo haciéndonos un espacio, acumulando nuestras fuerzas.

Silencio Absoluto abrió esa noche y aquí Jero nos cuenta cómo lo vivieron ellos.

El show con Fugazi, fue un hito relevante para todos en la banda y con la banda. Algunos de nosotros necesitamos expresar cosas que, con las condiciones y hábitos de otros, no nos sentíamos cómodos o consecuentes al decir, al escribir. Por otro lado, veníamos en un proceso de creación que estaba tomando rumbos extraños y creo que un segmento importante dentro de la banda no estaba convencido de lo que en este momento estábamos haciendo. En lo personal, con Silencio siempre intenté plasmar (cuando todos los tópicos de hardcore cliché se me habían acabado) experiencias personales, basadas en condiciones valóricas, situaciones que difícilmente otra persona podría entender de forma clara. Ese fue el momento en que después de un meeting post ensayo, acordamos terminar de tocar una vez el show de Fugazi consumado, siendo en ese momento para nosotros el último show de la banda. Recuerdo las palabras que dije en el escenario “Se dice que los mejores shows son los últimos, por tanto, este es nuestro mejor show” , aseveración errada por múltiples motivos y variables (pero, que no comentaré en esta oportunidad).

Recuerdo por supuesto el show con Fugazi, por muchos otros motivos. Desde el momento en que llegaron y que solo había un backstage en la Laberinto donde todas las bandas convivían. Es decir, nosotros, Supersordo y Fugazi. El backstage que quedaba justo debajo del palco, por lo que podías sentir cuando algunos caminaban con algo más del peso promedio sobre las tablas. También recuerdo cuando algunos de nosotros, medios neuróticos y de seguro nerviosos, hablamos con Ian, para que nos firmara algunos discos. “Tu nombre es con G o con J?” -me preguntó- a lo que respondí medio tiritón: “con jota”. Así escribió en mi copia del Salad Days prensaje del 85. Con un lápiz de tinta gel se lee “Hola Jerónimo, casi escribo tu nombre mal, abrazos Ian”.

Luego de eso, ver como Guy Picciotto e Ian cortaba con alicate todas las cuerdas que habían usado el dia anterior en el show previo, para remplazarlas por un juego completamente nuevo, acto que por lo demás nos pareció con Guaro una locura de alto costo para esos tiempos y nuestra forma “poco pro” de operar. En algún momento pidieron pizzas por montón, veganas, y como compartíamos el lugar y queríamos conversar y aclarar dudas de discos, escenas, contextos e ideas, como pequeños estudiantes que éramos, también nos comenzamos a comer sus pizzas. Todo mientras ellos leían el diario y jugaban cartas.

Entre las entradas y salidas del backstage, recuerdo estar con Katafú de Supersodo comiéndonos las pizzas de Fugazi, con el 6to slice en a mano de la cuarta pizza arribada, darme media vuelta y ver  cómo Ian nos miró con cara de “pendejo de mierda te estas comiendo mi pizza”, pero en un sentido gentil, sonrisa hacia un lado de la cara. Tras ello, él también agarra un pedazo, se sienta y comienza a preguntarnos cosas respecto a la banda, a la vida en Santiago, a decirnos que querían ir a la cordillera, etc.

Nos tocó subirnos al escenario, recuerdo que Raúl y Ñaja de Asunto, fueron de roadies con nosotros, pero creo que recibimos más ayuda técnica de Roli de Fiscales que de ellos,  aunque en esos tiempos, ese era un poco el plan: hacer entrar a tus amigos y evadir una entrada que en aquellos días era de un monto relevante. Entre gritos de “bájense pendejos culiaos, no los queremos, que toque Supersordo” y “aparecidos culiaos”, “Straight´s culiaos vayan a correrse una paja”, gritos que provenían del fondo del local. Mientras eso pasaba en el fondo, nuestras tropas estaban sin duda apoyando a la banda en su set, bajo el conocimiento para muchos de que oficialmente sería nuestro último show.

No tengo claridad si fue un momento amargo el terminar el show. Creo que no, creo que nos renovaba como personas y orientaba a seguir haciendo música y estar envueltos en esta subcultura, aportando cada uno por separado pero de forma paralela sus propias visiones. Pero éste es tópico para otra historia.

Tras el fin volvemos al backstage con una cantidad de sudor relevante, no sin antes, en el último minuto, tirarme un stagedive. Por éste fui particularmente cuestionado (siempre de forma gentil), porque con eso “fomentaba la violencia” me decía Roberto Denegri, responsable mayor junto con Rolando Ramos de que Fugazi estuviera tocando esa noche en Santiago. Efectivamente, hubo violencia, pero generada por un agente de seguridad del show. Tras todo ello nos sentamos, comentamos como se suele hacer al respecto después de que se toca, cuando el señor Mackaye se acerca y nos pregunta: “por qué se van a separar, la banda es buena, deberían seguir tocando?”. La verdad que ni recuerdo nuestra respuesta, solo recuerdo mi proceso mental que hacía referencia a “Hey, espera, este man vio nuestro set?”. Efectivamente, sí, en el video, durante el set se ve al man a un costado, con un hoodie puesto. El mismísimo Ian viendo todo el set.

Luego tocó Supersordo, banda increíble y respetada, pero a la que sinceramente en ese momento no di mucha bola por lo obvia ansiedad de ver a Fugazi tocar.

La ansiedad se terminó y reveló una situación catártica a todo nivel desde el momento en que se escucharon los primeros acordes… y el “Just one rule: NO FIGHTS” de Mr. MacKaye, declaración que en ese momento detonó -quizás- uno de los momentos más mágicos de la movida subcultural de esta ciudad.

-Jero.

Nuestro asistente para la conservación de archivos le dio una nueva vida al registro que quedó de esa gran noche. Una vez más, gracias Guaro.

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